El uso del cardo era común durante la Edad Media para tratar la peste bubónica y como un tónico para los monjes. Hoy en día, el cardo bendito se prepara como un té y se utiliza para la pérdida de apetito y la indigestión; para tratar los resfriados, la tos, la fiebre, las infecciones bacterianas y la diarrea.